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miércoles, septiembre 28, 2016

Artesanía de la región Pátzcuaro(madera, laca, cobre, textiles, barro, artesanos)


Texto: Secretaría de Turismo del estado
Fotografía: Ariel da Silva Parreira
Michoacán no sólo es historia, cultura, tradición, costumbres, ferias, danzas, música, gastronomía, arquitectura, arqueología, bellezas naturales y diversidad paisajística. Michoacán también es un centro de producción artesanal reconocido en todo el mundo. Actualmente, se produce más de 30 variedades de artesanías, clasificadas en diferentes ramas como alfarería, metalistería, maderas, textiles y fibras vegetales, entre otras. La mayoría de dichas ramas tienen su origen en la época prehispánica del estado y hoy en día, muchas se siguen produciendo con técnicas ancestrales.

Un excelente escaparate para admirar y adquirir las artesanías michoacanas en la Casa de las Artesanías de Michoacán (ex Convento de San Francisco, en el centro de Morelia), así como los tianguis artesanales  de Domingo de Ramos en Uruapan y Pátzcuaro, y Noche de Muertos en Pátzcuaro.
Historia
Las investigaciones han arrojado que para el año 900 de nuestra era, ya se trabajaba el metal en Mesoamérica .  En la región correspondiente al México actual, se han definido como centros metalúrgicos prehispánicos el área Maya, Oaxaca y Michoacán, tanto por las variedades  de objetos como por la antigüedad de los mismos. Sin embargo, Michoacán destaca por la presencia de elementos con características propias. Los vestigios más antiguos se han localizado en los alrededores del Lado de Pátzcuaro.  
Alfarería

El alfarero invierte sin desgaste existencial, en figuras características de cada región y representa a su pueblo en un marco de experiencias colectivas que a la vez le son propias, sabe que en su comunidad todos realizan la misma actividad y esto es, más que repetición, el hecho de destacar acentos comunes. Los alfareros en su mayoría se dedican también a otras actividades como la agricultura; en este sentido hay comunidades que representan a sí mismas, adquiriendo su alfarería fama internacional. Los productos del taller son parte importante de las fiestas de cada comunidad y de cada región. El trabajo del alfarero inicia desde la recolección de la materia prima, en la que usualmente participa toda la familia; hay casos en que el desplazamiento para conseguirlo o extraer el barro de los bancos naturales duplica el mérito, así como cernirlo para hacerlo maleable y plástico, tarea de vital importancia antes de humedecerlo para amasarlo.  
Metalistería

La joyería en Michoacán está representada por finos trabajos que elaboran los grupos de origen mazahua, asentados tanto en Zitácuaro, como en Huetamo. Los primeros utilizan plata, y los segundos, oro en bajo kilataje, combinando el trabajo de las filigranas con el aplanado de las arracadas tradicionales. La finura y calidad artística de los mazahuas dio la pauta para que se hicieran cargo de los acabados y ornamentación del Templo Mayor en la gran Tenochititlan; posteriormente a la llegada de los españoles, se les integró al trabajo en la primera cada de moneda que se estableció en México en 1536. En Cherán trabajaban la plata elaborando arracadas planas y cinceladas –en forma de media luna- de reminiscencia indígena. En Uruapan se trabaja oro en diferentes kilates.
Maderas
Michoacán constituye uno de los territorios habitados por grupos sociales, cuya forma de sobrevivencia es la madera. En este sentido, los bosques templados o tropicales han sido habitados y manejados por indígenas y mestizos que han combinado la producción de sus alimentos con actividades complementarias, entre ellas las artesanías. A lo largo de la historia, estos grupos han obtenido de los bosques aguan en corrientes superficiales (lagos) y manantiales; mientras que de la fauna han obtenido alimento. En la actualidad gran parte de la población sigue usando madera como principal fuente de energía para las actividades domésticas, talleres artesanales y pequeña industria.
Textiles
Las materias primas textiles son fibras que se dividen en dos grupos: las fibras suaves, a las que pertenece el algodón, la seda y la lana, éstas últimas introducidas al continente americano por los conquistadores; y las fibras duras, en las que México tiene una gran variedad como ixtle, lechuguilla, tule, palmo y varas como el carrizo y el sauce. En el México indígena, la mujer es la responsable de confeccionar la indumentaria de su comunidad: la mayoría de las veces se encarga del proceso de elaboración: pizca (cosecha), hila, tiñe, urde y teje. En Michoacán se trabaja en el telar de cintura, de origen precolombino y el telar de pedales de procedencia europea, usando como materia prima el algodón y la lana.
Fibras vegetales

Este trabajo artesanal fue introducido por los españoles durante la Colonia, esta rama de producción aparentemente se desarrolló en las comunidades indígenas de acuerdo a la división de especialidades que implementó Vasco de Quiroga en tierras michoacanas. Dentro de la gran variedad de objetos elaborados con palma destaca la producción de sombreros, de tal manera que adquieren en cada lugar donde se producen, características propias relativas al tamaño, forma y material.
Juguetería y miniatura

Las miniaturas son tal vez “los juguetitos” que el adulto hace pensando más en él que en los niños. Es sencillo saber la procedencia de las miniaturas por su forma, ornato y técnica: las miniaturas de barro bruñido al igual que las piezas mayores se pulen con un pedernal heredado por generaciones, costillas de animal o maderas duras que sirven también para frotar una y otra vez, hasta lograr su fino terminado. Las miniaturas se producen en todas las ramas artesanales: alfarería metalistería, maderas, textiles y fibras vegetales.
Cantería
El arte de labrar la piedra para hacerla realidad es tradición y herencia de los pueblos…” En Michoacán la cantería ha sido la que ha vestido las ciudades como Morelia. Los canteros al labrar y pulir la piedra, dejan su huella a través del tiempo, su trabajo destaca tanto en la arquitectura como en la escultura.

martes, septiembre 27, 2016

¡Luces para vivir!


Colocar la ofrenda de Día de Muertos es una tradición ancestral, un ritual que nos conecta con aquellos seres queridos que ya se encuentran en el más allá.

En antigüedad se utilizaban rajas de ocote, actualmente se usa el cirio en sus diferentes formas: velas, veladoras o ceras. La flama significa “la luz”, la fe, la esperanza.

Es guía, con su flama titilante para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada.

En varias comunidades indígenas cada vela representa un difunto, es decir, el número de veladoras que tendrá el altar dependerá de las almas que quiera recibir la familia.

Si los cirios o los candeleros son morados, es señal de duelo; y si se ponen cuatro de éstos en cruz, representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa.


Alumbran el camino para que las almas de nuestros seres queridos encuentren sus antiguos hogares.

lunes, septiembre 26, 2016


ATRACTIVOS DE PÁTZCUARO

El Programa Pueblos Mágicos, desarrollado por la Secretaría de Turismo en colaboración con diversas instancias gubernamentales y gobiernos estatales y municipales, contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones del país que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación en su conjunto y que representan alternativas frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros. Más que un rescate, es un reconocimiento a quienes habitan esos hermosos lugares de la geografía mexicana y han sabido guardar para todos, la riqueza cultural e histórica que encierran.
Pátzcuaro obtuvo la categoría de Pueblo Mágico en el año de 2002.

Los objetivos del Programa Pueblos Mágicos tienen alcances muy amplios, entre otros, resaltar el valor turístico de localidades en el interior del país, para estructurar una oferta turística innovadora y original, que atienda una demanda naciente de cultura, tradiciones, aventura y deporte extremo en escenarios naturales, o la simple, pero única cotidianidad de la vida rural.

Un Pueblo Mágico es una localidad que tiene atributos simbólicos, leyendas, historia, hechos trascendentes, cotidianidad, en fin MAGIA que emana en cada una de sus manifestaciones socio - culturales, y que significan hoy día una gran oportunidad para el aprovechamiento turístico.

Es claro que sus repercusiones rebasan con mucho la idea de mejorar la imagen urbana y se inscriben en la necesidad de conjuntar esfuerzos para convertirlos en detonadores de la economía local y regional. El turismo y el flujo de visitantes, produce resultados sorprendentes en comunidades de gran fuerza cultural y entornos urbanos y naturales de gran impacto.
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martes, septiembre 20, 2016

Noche de Muertos en Michoacan

El 1 y 2 de Noviembre en México se celebra a los Muertos, primero los Niños o los Santos Inocentes, y el segundo día las campanas suenan para nuestros antepasados.
Cada región tiene su firma para ésta celebración Nacional, y el aire se llena de recuerdos y leyendas, que junto con los espíritus que vienen a visitarnos parece que se hiciera más denso. El ambiente otoñal, sopla su viento en las caras, como suave caricia, consoladora de todos los que aún vivimos, sobre las lágrimas ya secas por el tiempo. Así, llega ésta ocasión de preparar platillos especiales, esos que le gustaban a nuestros difuntos. Tiempo de comprar flores, dulces y velas para la ofrenda. Se va a misa, se reza para pedir por las almas que han partido.


En ésta noche, aquellos nos recuerdan, y de un más allá desconocido, regresan a visitarnos para así mantener los lazos de amor renovados aún después de su partida. La va noche cayendo, los preparativos ya están listos, y mientras las sombras se alargan los fantasmas caminan levemente por todos los rincones de las ciudades y los poblados. Es momento de los recuerdos y de las leyendas como la que ahora les cuento:

  • La historia viene de una época remota, donde las memorias se han desvanecido tras el paso inexorable de los años… en ese entonces como ahora, el lago de Pátzcuaro impresionaba por su belleza, de aguas limpias como cristales fundidos en un mundo de sueños. Hoy, el lago ha envejecido sin perder su encanto, y en sus islas, especialmente en Janitzio, sus construcciones de blancas paredes y de teja roja sobresalen del verdor de las plantas y el reflejo de las aguas. En éste escenario, en noche de muertos, los fantasmas salen de las aguas, viejos espíritus guardianes de tesoros y de amores. Se cuenta que llorosa se ve a una joven deambulando sin sentido por la zona, es la sombra de Mintzita, hija del Rey Tzintzicha, que busca caminando hacia el lago, que ya refleja la luna y las estrellas, a su príncipe amado, Itzihuapa, hijo de Taré, heredero de Janitzio.
    Locamente enamorados, no pudieron desposarse por la inesperada llegada de los conquistadores españoles. El fiero Nuño de Guzmán había aprisionado al Rey, padre de Mintzita. La princesa quiso rescatarlo ofreciéndole al malvado, el fabuloso tesoro oculto bajo las aguas entre las islas de Janitzio y Pacanda.
    Fue así como su amado fue llevado sobre las aguas para extraer el tan codiciado tesoro. Remaron hasta el punto exacto marcado por el reflejo de las constelaciones estelares, y mientras afanoso se empinaba, fue atrapado por veinte sombras de los remeros que lo escondieron bajo las aguas y fueron sumergidos con él.
    Itzihuapa quedó convertido en el vigésimo primer guardián de tan fantástica riqueza, y Mintzita dejó éste mundo esperando a la orilla del lago. Pero, en ésta noche en que los muertos regresan, ella camina hacia el lago, buscando con ojos de lágrimas para consolarse ante la imagen de su amado que de las sombras del lago surge, subiendo la empinada cuesta de la isla. Así los dos príncipes espectros Mintzita e Itzihuapa, se musitan palabras cariñosas mientras se miran a la luz de las llamas inciertas de los cirios. Se ocultan de las miradas indiscretas mientras las estrellas fulguran y el lago gime como un alma en pena


MILAGROS EN PÁTZCUARO

Noche de Muertos en Michoacan


Cada región tiene su firma para ésta celebración Nacional, y el aire se llena de recuerdos y leyendas, que junto con los espíritus que vienen a visitarnos parece que se hiciera más denso. El ambiente otoñal, sopla su viento en las caras, como suave caricia, consoladora de todos los que aún vivimos, sobre las lágrimas ya secas por el tiempo. Así, llega ésta ocasión de preparar platillos especiales, esos que le gustaban a nuestros difuntos. Tiempo de comprar flores, dulces y velas para la ofrenda. Se va a misa, se reza para pedir por las almas que han partido.
En ésta noche, aquellos nos recuerdan, y de un más allá desconocido, regresan a visitarnos para así mantener los lazos de amor renovados aún después de su partida.

La va noche cayendo, los preparativos ya están listos, y mientras las sombras se alargan los fantasmas caminan levemente por todos los rincones de las ciudades y los poblados. Es momento de los recuerdos y de las leyendas como la que ahora les cuento:
La historia viene de una época remota, donde las memorias se han desvanecido tras el paso inexorable de los años… en ese entonces como ahora, el lago de Pátzcuaro impresionaba por su belleza, de aguas limpias como cristales fundidos en un mundo de sueños. Hoy, el lago ha envejecido sin perder su encanto, y en sus islas, especialmente en Janitzio, sus construcciones de blancas paredes y de teja roja sobresalen del verdor de las plantas y el reflejo de las aguas. En éste escenario, en noche de muertos, los fantasmas salen de las aguas, viejos espíritus guardianes de tesoros y de amores.
Se cuenta que llorosa se ve a una joven deambulando sin sentido por la zona, es la sombra de Mintzita, hija del Rey Tzintzicha, que busca caminando hacia el lago, que ya refleja la luna y las estrellas, a su príncipe amado, Itzihuapa, hijo de Taré, heredero de Janitzio.
Locamente enamorados, no pudieron desposarse por la inesperada llegada de los conquistadores españoles. El fiero Nuño de Guzmán había aprisionado al Rey, padre de Mintzita. La princesa quiso rescatarlo ofreciéndole al malvado, el fabuloso tesoro oculto bajo las aguas entre las islas de Janitzio y Pacanda.
Fue así como su amado fue llevado sobre las aguas para extraer el tan codiciado tesoro. Remaron hasta el punto exacto marcado por el reflejo de las constelaciones estelares, y mientras afanoso se empinaba, fue atrapado por veinte sombras de los remeros que lo escondieron bajo las aguas y fueron sumergidos con él.
Itzihuapa quedó convertido en el vigésimo primer guardián de tan fantástica riqueza, y Mintzita dejó éste mundo esperando a la orilla del lago. Pero, en ésta noche en que los muertos regresan, ella camina hacia el lago, buscando con ojos de lágrimas para consolarse ante la imagen de su amado que de las sombras del lago surge, subiendo la empinada cuesta de la isla. Así los dos príncipes espectros Mintzita e Itzihuapa, se musitan palabras cariñosas mientras se miran a la luz de las llamas inciertas de los cirios. Se ocultan de las miradas indiscretas mientras las estrellas fulguran y el lago gime como un alma en pena

lunes, septiembre 19, 2016




Pátzcuaro, lugar tradicional para Día de Muertos


Los lugareños se preparan para recibir a miles de visitantes

 que se dan cita únicamente para conocer los festejos a la  

muerte




1 / 3
Pero el arreglo de las lápidas no es común y 
corriente, se coloca un arco o puerta por la cual 
regresarán a festejar los muertos (Corresponsal)


MORELIA, 30 de octubre.- La región purépecha que rodea el Lago de Pátzcuaro,
 Michoacán, se llena de misticismo cuando llega la celebración por Día de Muertos, pero lo mejor se realiza la noche del 1 de noviembre, cuando los pobladores de los pueblos esperan la llegada de sus seres queridos.
A temprana hora del 1 de noviembre, los indígenas en sus hogares empiezan a preparar los alimentos que en vida le gustaban al difunto, es cosa de familia, todos participan con algún proceso de esta celebración.
Ya entrada la mañana de ese día los purépechas llegan a los camposantos cargados con todo lo que utilizarán en el arreglo de las tumbas. El panteón más visitado se ubica en Tzurumútaro, población de Pátzcuaro. Las tumbas centenarias reciben la visita de quienes se encargarán de dejar todo limpio y por supuesto, adornado con la tradicional flor de cempasúchil y nube.
Pero el arreglo de las lápidas no es común  y corriente, se coloca un arco o puerta por la cual regresarán a festejar los muertos con los que aún están en esta vida, se colocan velas que iluminarán su camino, y claro, la comida más típica y del gusto de los fieles difuntos, las bebidas como el mezcal tampoco falta.
Este colorido, constituye la forma de respetar las tradiciones de como se celebra a la muerte, es lo que más atrae a los miles de visitantes, cuyo único objetivo es venir a Pátzcuaro este 1 y 2 de noviembre.
Ya por la noche del esperado 1 de noviembre, con todo ya listo para recibir al invitado principal, el difunto, se vela en compañía de quienes lo quisieron en vida, se plática con él, se comen los platillos preparados y se reza por su eterno descanso.
Sin importar el frío, se quedan toda la noche en el panteón, al medio día del 2 de noviembre se retiran, en la espera de un nuevo año para convivir con las almas de los que ya pasaron a mejor vida.
Mientras que en las islas que rodean al Lago de Pátzcuaro como Yunuén, Janitzio, Urandén y La Pacanda, hacen similares rituales, pero por la noche, las aguas del lago se iluminan con la tradicional danza de los pescadores quienes así recuerdan a los que se adelantaron en el camino.

viernes, septiembre 16, 2016



LA MUERTE LLENA DE VIDA 


Aquí la muerte llena de vida los hogares, panteones y veredas, que rebosantes de altares, fliores, comida y velas, manifiestan la riqueza tradicional de este estado. En la noche del primero de noviembre se colocan ofrendas en las tumbas de quienes materialmente ya no existen, para venerar lo que fueron. Los ritos se llevan a cabo según las costumbres de cada región, y aunque con algunas variantes sigue perdurando los fundamental: celebrar a los muertos, recordarlos y festejar con ellos. Los habitantes de Janitizio participan en un rito tradicional que es un deber sagrado, el cual honra por igual a vivos y muertos. Mujeres y niños de la isla llegan al panteón y se dirigen hacia las tumbas de sus antepasados bajo un silencio que contrasta con la luz de las velas, mientras colocan los alimentos predilectos de sus difuntos y su petate. A diferencia de lo que ocurre en Janitizio, los habitantes de Tzintzuntzan se esmeran en elaborar los mejores productos artesanales -loza negra y vidriada, loza blanca, ángeles de paja, frutas y madera tallada- para colocarlos en las ofrendas. En Jarácuaro las tradiciones son más puras: se coloca un arco de flores por cada barrio de la isla y la danza se convierte en la luz de la plaza principal.
Resultado de imagen de tapetes de altares en michoacan
La ceremonia actual de velación de la Noche de Muertos se deriva de la conquista espiritual que llevaron a cabo los encomenderos españoles y colonizadores en Michoacán. Entre los antiguos mexicanos se realizaban significativos rituales alrededor de la muerte, los cuales impresionaron tanto a los primeros conquistadores que, a través de la evangelización, introdujeron nuevas ideas, dando lugar a un sincretismo religioso muy marcado. Antiguamente, Tirepitío era un importante centro religioso dedicado a los antepasados. Ahí se ofrendaban flores amarillas (cempásúchil) y en el día consagrado a los muertos los mexicas subían al techo de su casa y gritaban el nombre de sus antepasados (dioses primigenios) mirando hacia el norte, para que recibieran los alimentos que habían puesto en la puerta. Durante la Colonia la costumbre se fue arraigando poco a poco en Michoacán, a tal punto que actualmente es el centro de atención de nacionales y extranjeros.
Un altar de muerto, su color, su aroma, su luz y su contraste motivan a no quitar la vista de cada uno de sus elementos. en cada región el altar representa la bienvenida a los muertitos que vienen de visita después de un largo recorrido por el Más Allá. Los elementos que conforman un altar no son casuales: el agua, que siomboliza la fuente de la vida, se ofrece a las almas para mitigar su sed y que se fortalezca para el viaje de regreso; antiguamente se utilizaban rajas de ocote prendidas, pero hoy en día -especialmente por la noche- se encienden velas, veladoras o cirios, cuya flama representa la fe y esperanza e ilumina el camino para que los difuntos encuentren su antigua casa terrenal. El petate ofrece descanso, y el banquete se complementa con pan de muerto, panes redondos y de color rosado, que junto con las cañas simbolizan los huesos de los muertos. En cada altar se suele colocar, además, una foto y ropa del muertito para que éste lo identifique fácilmente.
Resultado de imagen de imagenes de altares
La noche de primero de noviembre los tarascos celebran el "terúscan" (rapiña organizada con permiso de las autoridades), un juego ritual en el que un prioste (guía que es nombrado el 19 de marzo y se encarga de coordinar las celebraciones) acompaña a los jovenes del poblado a tomar a escondidas las mazaorcas de maíz, chayotes, calabazas y flores que se encuentran en los sembradíos y techos de las casas.


LA MUERTE LLENA DE VIDA 


Aquí la muerte llena de vida los hogares, panteones y veredas, que rebosantes de altares, fliores, comida y velas, manifiestan la riqueza tradicional de este estado. En la noche del primero de noviembre se colocan ofrendas en las tumbas de quienes materialmente ya no existen, para venerar lo que fueron. Los ritos se llevan a cabo según las costumbres de cada región, y aunque con algunas variantes sigue perdurando los fundamental: celebrar a los muertos, recordarlos y festejar con ellos. Los habitantes de Janitizio participan en un rito tradicional que es un deber sagrado, el cual honra por igual a vivos y muertos. Mujeres y niños de la isla llegan al panteón y se dirigen hacia las tumbas de sus antepasados bajo un silencio que contrasta con la luz de las velas, mientras colocan los alimentos predilectos de sus difuntos y su petate. A diferencia de lo que ocurre en Janitizio, los habitantes de Tzintzuntzan se esmeran en elaborar los mejores productos artesanales -loza negra y vidriada, loza blanca, ángeles de paja, frutas y madera tallada- para colocarlos en las ofrendas. En Jarácuaro las tradiciones son más puras: se coloca un arco de flores por cada barrio de la isla y la danza se convierte en la luz de la plaza principal.
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La ceremonia actual de velación de la Noche de Muertos se deriva de la conquista espiritual que llevaron a cabo los encomenderos españoles y colonizadores en Michoacán. Entre los antiguos mexicanos se realizaban significativos rituales alrededor de la muerte, los cuales impresionaron tanto a los primeros conquistadores que, a través de la evangelización, introdujeron nuevas ideas, dando lugar a un sincretismo religioso muy marcado. Antiguamente, Tirepitío era un importante centro religioso dedicado a los antepasados. Ahí se ofrendaban flores amarillas (cempásúchil) y en el día consagrado a los muertos los mexicas subían al techo de su casa y gritaban el nombre de sus antepasados (dioses primigenios) mirando hacia el norte, para que recibieran los alimentos que habían puesto en la puerta. Durante la Colonia la costumbre se fue arraigando poco a poco en Michoacán, a tal punto que actualmente es el centro de atención de nacionales y extranjeros.
Un altar de muerto, su color, su aroma, su luz y su contraste motivan a no quitar la vista de cada uno de sus elementos. en cada región el altar representa la bienvenida a los muertitos que vienen de visita después de un largo recorrido por el Más Allá. Los elementos que conforman un altar no son casuales: el agua, que siomboliza la fuente de la vida, se ofrece a las almas para mitigar su sed y que se fortalezca para el viaje de regreso; antiguamente se utilizaban rajas de ocote prendidas, pero hoy en día -especialmente por la noche- se encienden velas, veladoras o cirios, cuya flama representa la fe y esperanza e ilumina el camino para que los difuntos encuentren su antigua casa terrenal. El petate ofrece descanso, y el banquete se complementa con pan de muerto, panes redondos y de color rosado, que junto con las cañas simbolizan los huesos de los muertos. En cada altar se suele colocar, además, una foto y ropa del muertito para que éste lo identifique fácilmente.
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La noche de primero de noviembre los tarascos celebran el "terúscan" (rapiña organizada con permiso de las autoridades), un juego ritual en el que un prioste (guía que es nombrado el 19 de marzo y se encarga de coordinar las celebraciones) acompaña a los jovenes del poblado a tomar a escondidas las mazaorcas de maíz, chayotes, calabazas y flores que se encuentran en los sembradíos y techos de las casas.